http://www.canariasahora.es/articulo/medio-ambiente/gatos-y-perdida-arena-amenazas-reserva-maspalomas/20130722160540409692.html
La caza de crías de chorlitejo por los felinos se suma a la pérdida anual de 40.000 metros cúbicos de arena como peligro del ecosistema dunar.
La intensa actividad sexual que se desarrolla en la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas, que ha vuelto a poner de actualidad un reportaje sobre Gran Canaria emitido recientemente en televisión, no es de las cosas que más preocupa a los gestores de la reserva. “Eso es un problema de orden público, a mí me da lo mismo un señor que arranca una planta como que dos personas se encuentren en las Dunas para mantener relaciones, son usos que no están contemplados en la norma”, comenta Miguel Ángel Peña, biólogo y director conservador de la Reserva Natural Especial de las Dunas de Maspalomas.
Desde el área de conservación de este peculiar ecosistema, único en todo el Archipiélago canario, denuncian la falta de agentes medioambientales en la Reserva que vigilen la actividad humana, que incide fuertemente en la pérdida de arena y en la fauna de la zona. “Nos hemos gastado 18.000 euros en renovar la señalización, fundamental para la ordenación del uso público de la Reserva, pero no es suficiente” sentencia Peña. Desde hace varias semanas, la Reserva cuenta con 63 nuevas señales integradas en la Red Natura 2000 con aluminio amonizado (preparado para el exterior), escritas en 3 idiomas y con códigos QR para los teléfonos inteligentes. Sin embargo, comenta con indignación Peña, "las personas que transitan la zona continúan haciendo uso indebido de los distintos espacios que integran la Reserva”.
En uno de estos espacios, la Charca, zona de exclusión en la que no está permitido el tránsito, no es el hombre, precisamente, quién trae de cabeza a los técnicos de la Reserva, sino los gatos. “Yo mismo he visto a más de uno, procedente de los chalés colindantes, darse un festín junto a la orilla de la Charca de Maspalomas”, señala Peña. El instinto cinegético de estos animales, que se escapan de las casas cercanas por la negligencia de sus propietarios, es una de las principales preocupaciones de los operarios de la Reserva puesto que está incidiendo especialmente en la desaparición de las crías de los pocos ejemplares que quedan de dos especies protegidas que nidifican en la zona: el chorlitejo chico y el chorlitejo patinegro. Estas dos especies, que se unen al centenar de aves que pueblan la Reserva Natural entre residentes en la zona y especies migratorias, “crían en tierra, en los bordes de agua y en los bordes de sitios con mucha salinidad, por lo que es frecuente ver a los gatos dándose un banquete con los pollitos de estas especies, que ponen sus nidos cerca de la charca”, explica Peña.
Además de esta devastadora estampa, es frecuente ver la orilla de la charca llena de peces muertos porque la gente que se acerca hasta allí, -aunque está prohibido- les echa comida y luego cuando sube la temperatura y falta el oxígeno, muere el sobrante de especies que no puede soportar el reducido ecosistema de la charca. También la mano humana ha hecho que aumente considerablemente el tamaño de los lagartos gigantes que proliferan en la Reserva Natural, puesto que además de la comida que les suministra la gente, comen todos los restos que encuentran en la zona, un asunto sobre el que Peña se pronuncia rotundamente: “las Dunas de Maspalomas no es un parque temático, es una Reserva Natural, hay que dejar que el ecosistema evolucione solo, ni soltar gatos, ni echar comida a las especies animales ni repoblarlo beneficia al sistema sino que lo altera y perjudica sustancialmente”.
La Reserva Natural de Maspalomas tiene un Plan Director de ordenación que se aprobó en el año 1999 y que regula íntegramente los usos y actividades tanto desde el punto de vista ambiental como urbanístico. En dicho documento quedan establecidas las distintas zonas que existen dentro de la Reserva: zona de Anexo II, zona dunar o de arenas, el palmeral y la zona de la charca. A cada una de estas zonas se le da un uso específico. “Las Dunas están categorizadas como zona de uso restringido”, explica Miguel Ángel Peña, “las personas, por tanto, pueden pasar caminando para usos educativos o para ir a la playa por uno de los cinco senderos habilitados para ello. Cualquier persona que haga otro uso de esas infraestructuras está infringiendo la ley”.
En Maspalomas se pierden 40.000 metros cúbicos de arena al año
Para este biólogo la circulación de personas fuera de los senderos no es por capricho, sino que responde a la necesidad de afectar lo menos posible al movimiento de arena, a la fauna y a la vegetación que están allí.
“Numerosos estudios científicos muy sesudos han dejado patente que en Maspalomas se pierden 40.000 metros cúbicos de arena al año”, sentencia Miguel Ángel Peña. Esta pérdida de arena se debe, según el conservador de la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas, a las corrientes marinas que arrastran arena hacia la Punta de Maspalomas, desde dónde cae a una fosa oceánica, a la actividad turística -que ha afectado a la geomorfología de la zona, a la vegetación y a la fauna-, y al tránsito de personas que afecta negativamente al movimiento dunar. “Es como una gota de agua que está cayendo de forma permanente desde hace 50 años” explica Miguel Ángel Peña.
Estudios procedentes de expertos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, de la Universidad de Cantabria y de la Universidad de Valencia acreditan que tanto la destrucción de las plantas de balancones, que se sitúan paralelas a la línea de costa, (sólo queda un 30% de las que inicialmente había en las Dunas de Maspalomas), como el yacimiento submarino por el que se pierde la arena de la playa y la actividad humana intensifican la reducción de arena.
Un proyecto piloto para detener la pérdida incesante
Una de las soluciones para evitar esta continua pérdida es darle una segunda vida a la arena. “Antes de que se pierda por la Punta de Maspalomas, lo que se trata es de extraerla y reinyectarla a la Playa del Inglés”. Según Miguel Ángel Peña, hay un proyecto que explica cómo hacer esto a través de una experiencia piloto en la sede del Ministerio de Medio Ambiente, un proyecto que realizó la empresa Ingenia SGI -a instancias del Consorcio para la Rehabilitación Turística del Sur de Gran Canaria- con el nombre Intervención Piloto y Monotorización del Balance Sedimentario de las Dunas y Playas de Maspalomas y el Inglés.
“Estamos a la espera de que se pronuncie el Ministerio”, responde Peña en cuanto a la viabilidad de este proyecto, “evidentemente es una experiencia piloto que tiene unos costes y luego hay que evaluar el impacto del mismo”.
Para Peña la falta de arena en Maspalomas es un problema turístico, no medioambiental, con consecuencias directas en el empleo y en la economía. “Ni la arena ha estado siempre ahí ni va a estar” pero nos convendría poner en valor lo que tenemos porque no lo hacemos. En Canarias no hay ningún otro ecosistema como el de las Dunas de Maspalomas, con un sistema arenoso, una laguna costera y un palmeral, esto no se tiene en cuenta por el común de las personas que lo perciben como un solarium a dónde ir a tenderse para tomar el sol”.
El palmeral, declarado BIC, y la celebración de bodas en las Dunas
Otra de las cuestiones que han devuelto a la palestra las Dunas de Maspalomas, aparte del citado reportaje de televisión, es la reciente declaración del palmeral como Bien de Interés Cultural por ser un lugar dónde estuvo, en su tránsito hacia América, el ilustre marino Cristóbal Colón. “Cuando se concluya el expediente veremos si podemos tener acceso, espero que con unos recursos adecuados para ello”, señala Peña, quien sostiene que esta declaración del palmeral como Bien de Interés Cultural por parte del Cabildo de Gran Canaria va a suponer un bien colectivo para todos. “Una de las misiones que tiene la Reserva es aumentar el conocimiento específico y espero que podamos obtener la cooperación activa de los cargos administrativos y técnicos de Patrimonio para poder operar en esa parte del Palmeral”.
Respecto a la celebración de bodas en las Dunas, el conservador de la Reserva lo tiene claro. “No veo ningún problema en que se celebren bodas en la playa, que es un área de sensibilidad ecológica pero no que está dentro del término de la Reserva”. En cualquier caso tendrían que estar perfectamente organizadas, con un número determinado de personas y llevarse a cabo en unas condiciones reguladas. Lo que está totalmente prohibido es que se celebren en cualquiera de las áreas protegidas como son las Dunas, la Charca o el Palmeral”.